Reflexiones autobiográficas:

LA RECTA FINAL (DESDE MIS 65 AÑOS HASTA HOY)

Me parece que hacia mis sesenta y cinco años se produce una última inflexión en mi trabajo que hoy percibo claramente. Hacia esos años, por una parte, me enuncio la idea de acción y experiencia como carácter esencial de los seres vivos que puede entenderse en términos de la evolución conjunta del universo, con lo que llego al fondo de lo que normalmente puedo teorizar; y por otra parte, encuentro en la alimentación el hilo rector que, sobre la base anterior, me va a permitir organizar en un sistema los muñones teóricos que había ido esbozando en distintos campos biológicos en mis años de madurez. Evidentemente no me queda sino, en un trabajo contra reloj, elevar a unidad teórica la labor, varia y a la vez confluente, de los veinticinco años anteriores, y estoy desde hace unos años empeñado en este esfuerzo final.

Paseando por Madrid con el periodista Vicente Verdú. 1978

En cierto modo, continúo realizándome con satisfacción íntima en el trabajo científico y encuentro el necesario eco generoso para poder proseguirlo.

De hecho, mi trabajo es hoy mucho más productivo que hace diez o quince años, sin duda porque, aunque haya descendido mi capacidad física, la mayor integración de experiencia repercute favorablemente en el resultado. De hecho, el rendimiento sigue subiendo y espero que dure lo necesario. En todo caso es alentador que el esfuerzo por realizarse a sí mismo en pensamiento, al modo humano, ofrezca esta compensación, aunque insegura, inestable, como todo lo humano, como todo lo biológico.

Pero he de terminar con una paletada de arena. Mi labor en el período de madurez se dirigía mucho más hacia mí mismo y en este sentido el trabajo era muy gratificador. Quería apasionadamente llegar a la raíz de los problemas que me planteaba la naturaleza; por así decirlo, hacía míos, como si yo fuese a ser eterno (tal es la forma de locura del científico), lo que es tarea de la humanidad entera. Hoy estoy irrevocablemente constreñido dentro de unos límites que ni voy a rebasar ni veré como otros los rebasan. Mi tarea, ya de por vida, mucho menos excitante que la previa, es elevar a su nivel máximo de verisimilitud y de coherencia el cúmulo de problemas concretos que tengo planteados y que se me siguen planteando. Este trabajo a veces es satisfactorio, llena lagunas y, a veces, con el descubrimiento de mediterráneos, proporciona una confortante seguridad -siempre relativa y efímera-; pero es insufriblemente lento, tiene su tempo propio que no puedo forzar a pesar de toda mi premura. Pero, sobre todo ha dejado de ser un goce creador para constituirse en el deber de justificar ese goce pasado, de devolver en lo posible en obra viable en algún modo lo que la sociedad me ha anticipado en crédito.

Faustino Cordón

Nota de FIBE: Hay que tener en cuenta que esta autografía la escribió en 1981 antes de desarrollar la Parte Segunda de su Tratado sobre la célula y su concepto definitivo de ser vivo.

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